El sabor dulce de un mango, lo primero que comió después del ataque, le confirmó su deseo de vivir, pero el desafío de tener que coger la fruta entre sus brazos todavía ensangrentados le constató la cruda y nueva realidad que se abría ante ella.
Aquest lloc web utilitza cookies, tant pròpies com de tercers, per millorar la vostra experiència de navegació. Si continueu navegant, considerem que accepteu el seu ús.Més informació